Una pesadilla en mi armario

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  • Los Libros del Vendaval Gral. Enrique Martínez 836, Colegiales, CABA. Sólo con visita concertada previamente por correo o por teléfono.
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Escrito e ilustrado por: Mercer Mayer

Editorial: Kalandraka

Colección: Libros para soñar

Leemos a Rafael Muñoz en Revista Babar: «[...] Nos encontramos ante un álbum ilustrado que nos ofrece una lectura de los miedos infantiles que, aún hoy en día, con las importantes aportaciones que ha habido en esta materia, nos sigue pareciendo novedosa e iconoclasta. Un niño nos cuenta cómo todas las noches se acuesta con miedo, convencido de que una horrible pesadilla habita en su armario. Un día decide hacerle frente y, ante la reacción de pavor del monstruo, terminará dándole cabida en su lecho. Hasta aquí la historia, pero el álbum que nos traemos a los ojos lo que pide es demorarse en él, observar cómo se nos cuenta esta historia a través de sus imágenes y con un texto que, aunque magro en palabras, es de una contundente efectividad.

Meyer es sobre todo ilustrador, y esto se nota en este álbum que data del 68 (¡ojo al año!). Construido a plumilla y coloreado esencialmente con naranjas (el mundo del niño) y verdes (el del monstruo), no podemos evitar sentir la fuerte presencia de uno de los grandes, Maurice Sendak, y su legendario Donde viven los monstruos. ¿Homenaje de Mayer?, ¿intertextualidad de la imagen? si se nos permite la aparente paradoja. ¡Allá cada uno!

La brillante disposición y ritmo de las ilustraciones nos confirman que estamos ante un álbum de excelente calidad, que va combinando el plano general con el plano corto para contarnos la sensación de miedo del niño, el enfrentamiento con la pesadilla y, con un toque supremo de humor, el miedo trasvasado al monstruo que demanda protección, junto a la aparición de una tercera presencia para la que ya no hay espacio en la cama. Y qué decir de esas miradas entre el monstruo y el niño, junto a las que se dirigen al lector buscando su complicidad; cómo no sonreír irónicamente ante esos objetos, como el casco y la escopeta, que en un principio se parapetan en la cama, listos para defenderse ante el miedo, y al final de la historia yacen abandonados sin remisión en el suelo.

Hay otras muestras de calidad en la obra, por espigar un ejemplo, citar esa transmutación física y psicológica que se nos muestra en ese guiño con el color naranja, que va tomando el cuerpo verde de la pesadilla, queriéndonos comunicar que el monstruo pasa al territorio del niño. Todo ello le sugiere a uno, que lo que entraña verdadero peligro no son las imágenes de los monstruos que pueda haber detrás de las puertas que, por otro lado, no nos dejan abrir. Sino el miedo a no querer conocer, por nuestro propios medios, eso que otros califican de peligroso. [...]»